Revista RED Nº 7: ¡Aquí Estamos! Voces de la Juventud Sindical - El éxodo hondureño se viste de mujer
El éxodo hondureño se viste de mujer
Mariela Gisel Quiroz Mejía
Maestra de Educación Primaria.
Secretaria de Asuntos Femeninos
Coordinación Juventud Seccional Uno,
COLPROSUMAH, Honduras
En los últimos años hemos observado como el flujo migratorio en nuestro país ha incrementado significativamente. Al ser uno de los países con mayor desigualdad en Latinoamérica y el mundo, los altos índices de desplazamiento forzado no son ninguna novedad, sin embargo, no deja de ser un tema preocupante y que expone ante el mundo la inoperancia y el poco interés de parte del Estado para erradicarlo.
Según reportes, solo en 2019 se registraron más de 83.000 hondureños deportados, en su mayoría provenientes de México y Estados Unidos. Esto pone en evidencia la gravedad de la crisis migratoria en la última década, y pese a las medidas implementadas en las fronteras de los países de destino cada día son más los hondureños que emprenden este viaje con la esperanza de encontrar un mejor destino para ellos y sus familias.
Cada año miles y miles de hondureños huyen de la pobreza, desempleo, violencia e inseguridad. En 2018, nuevamente Honduras estuvo ante el lente mundial: una caravana migrante se dirigía rumbo a Estados Unidos. Con la finalidad de disminuir los riesgos en la travesía hacia el país norteamericano, cientos de hondureños se reunieron en la ciudad de San Pedro Sula el 13 de octubre del 2018. En el camino, se integraron a la caravana ciudadanos provenientes de El Salvador y Guatemala. Curiosamente la caravana no representa siquiera el 50 % de la población que emigra al año y, sin embargo, nuestros hermanos son objeto de discriminación, repudio y xenofobia.
Si abordamos esta problemática desde un enfoque de género, vemos que los análisis realizados son muy superficiales y poco visibles. ¿Qué consecuencias trae la migración masiva de mujeres hondureñas para el país? Debemos considerar que, en los últimos años, la migración femenina se ha agudizado considerablemente, a pesar de que solo el recorrido por sí mismo representa una amenaza a la integridad de nuestras congéneres. ¿Qué sucede en Honduras que cada vez son más mujeres las que deciden emigrar?
La desigualdad, el crimen organizado y el machismo son los principales detonantes de las altas tasas de homicidio en Latinoamérica. Para ponernos en contexto, se estima que en Honduras hay un 41,7 de homicidios por cada 100.000 habitantes, lo cual representa la mitad de las muertes violentas en el país. De enero a octubre de 2019, aproximadamente 293 mujeres fueron asesinadas, es decir, cada 22 horas una mujer perdió la vida de forma violenta, lo cual ubica a Honduras entre los países más inseguros para las mujeres en América Latina. Lo más inquietante de estos datos es el hecho de que la mayoría de estas muertes son propiciadas a manos de exparejas, esposos o alguien con quien haya existido algún vínculo sentimental, además de que muchos de estos crímenes quedan en impunidad o sin mayor trascendencia.
El Centro de Derechos de Mujeres (CDM) denuncia estas muertes violentas cada año. Sin embargo, muy poco o nada se logra en cuanto a la penalización por estos crímenes.
En el 2018, dos de cada tres víctimas de delitos sexuales fueron mujeres menores de 30 años, el 83 % de denuncias por delitos sexuales tuvo como víctimas a mujeres. 8 de cada 10 víctimas de violencia intrafamiliar son mujeres; el 43 % de denuncias por violencia intrafamiliar tuvo como víctimas a mujeres entre 15 y 39 años*.
Cabe destacar que la normativa nacional penal a Naciones Unidas no considera varios tipos de violencias vividos por las mujeres: violencia patrimonial, violencia institucional, violación sexual dentro del matrimonio, matrimonio con menores de edad, acoso sexual, hostigamiento sexual y persecución. Con miras a subsanar algunos de los vacíos del marco legal vigente, se elaboró una propuesta de Ley Integral contra las violencias hacia las mujeres pendiente de ser alguna vez al Congreso (Centro de Derechos de Mujeres, 2017), (Feminicidio en Honduras, BID 2019).
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), para el año 2018, las mujeres representan el sector más alto en materia de desempleo (67 %). Es decir, que, de los 2 millones de hondureños desempleados y subempleados, 1.2 millones son mujeres. Lastimosamente, en el sector laboral es difícil romper la brecha de género, pues el estigma de que existen carreras o áreas que son “destinadas para el hombre” complica el que las mujeres puedan colocarse, quitándoles el derecho al trabajo incluso cuando cuentan con las competencias para ejercerlo (Diario La Prensa, junio 2018).
Otro aspecto para tomar en cuenta es la situación de abandono y falta de responsabilidad paterna en las familias hondureñas, el cual se ha vuelto un aspecto normal en el núcleo familiar, lo que vuelve a las mujeres la cabeza y, en muchas ocasiones, el único sostén del hogar. Para el 2019, vimos en las caravanas migrantes numerosas mujeres acompañadas de sus hijos en la ruta hacia los Estados Unidos, lo cual nos lleva a otro punto importante de la crisis migratoria: la crisis de los cuidados.
Tradicionalmente, el rol de cuidadoras se les ha asignado a las mujeres. Ya sea en su país natal o en su país de destino la mayoría de las mujeres que emigran para trabajar lo logran cumpliendo el rol de cuidadoras ya sea de menores o adultos mayores. ¿Qué hay de los miles de criaturas que quedan en desamparo o en manos de otros familiares? Es bastante común que los niños y niñas queden en manos de otros familiares o hasta de los mismos vecinos cuando sus progenitoras deciden buscar otro destino. Esto viene a agudizar la denominada “crisis de los cuidados” ya que, en su mayoría, los niños y niñas que quedan en el país se exponen a otros tipos de peligro, o aún peor: emprenden el viaje solos, en búsqueda de sus madres, en búsqueda de la reunificación familiar ante la necesidad humana de sentir protección, amor y cobijo que solo ellas les pueden brindar.
Un dato interesante de las mujeres migrantes es que, una vez asentadas, la mayoría decide no tener o tener menos hijos. Una vez insertadas en el sector laboral, les resulta difícil establecer una familia o dedicarse parcialmente al cuidado de la familia, pues, como mencioné anteriormente, la mayoría ejercen labores de servicio o actividades domésticas en los hogares donde son contratadas en los países de destino.
Las condiciones en que las mujeres hondureñas viajan al extranjero poseen muchas cualidades en común. Un alto porcentaje de ellas provienen de la zona rural, con muy baja o nula escolaridad. De hecho, se ha encontrado que el mayor porcentaje de hondureñas deportadas provienen del área rural. Por lo general, las mujeres provenientes de la zona urbana cuentan con el respaldo de algún familiar en el país de destino, por lo que les resulta un poco más fácil evitar su captura o tramitar solicitud de asilo que pueda prolongar su estadía.
Un alto porcentaje de mujeres y madres solteras son quienes mayormente emigran. El dato más reciente, de 2016, arrojó los siguientes resultados: En cuanto al estado civil de las mujeres, las solteras representaron 173 (39.60 %) de las deportadas; seguidas de las madres solteras 141(32.30%); unión libre 60 (13.70%); las casadas 53 (12.10%); las separadas y divorciadas 4 respectivamente (0.90%) y viudas 2(0.50%). Esto indica que las mujeres solteras 173 (39.60%) tienden a migrar y ser más deportadas más frecuentemente hacia y desde USA que el resto de las otras mujeres. (Caracterización de las mujeres hondureñas migrantes deportadas de marzo a junio de 2016, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua Managua).
Incluso sin tomar en cuenta las diferencias y similitudes de nuestras mujeres migrantes, el propósito sigue siendo el mismo: encontrar mejores condiciones para ellas y sus familias, así, la mayoría se lanza a esta aventura peligrosa buscando el derecho universal al asilo.
El “éxodo hondureño” tiene rostro de mujer, sin embargo, la migración femenina sigue invisibilizada y tomada como un factor neutro dentro de la migración masculina. Es necesario implementar políticas que garanticen la protección, seguridad y el derecho al laburo del que carece un alto índice de nuestras congéneres, políticas que garanticen la permanencia de nuestras mujeres en nuestro país como un eslabón activo del mercado laboral y no limitar nuestras capacidades únicamente a los servicios o labores domésticas.
Esperamos que el día de mañana sea aún más esperanzador, que nos encontremos con una sociedad más justa, más equitativa, con autoridades que respondan a nuestro llamado y dejemos de vivir en “el país más inseguro para las mujeres en América Latina”. Exhorto a nuestras hermanas a no claudicar en esta lucha, que es de todas. Porque el desarrollo y el progreso de Honduras tiene rostro de mujer, somos nosotras las llamadas a engrandecer esta nuestra Patria. Por mí, por nosotras, por las que tuvieron que partir.
“Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separaba del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad concreta.”
Simone de Beauvoir
* Fuente: Mesa Técnica de Muertes Violentas, Unidad Técnica de Coordinación Interinstitucional, Policía Nacional, Ministerio Público, Registro Nacional de las Personas, Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana, Observatorio Nacional de la Violencia UNAH-IUDPAS.
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