Cuidar de quienes cuidan en sus casas y en las aulas
Las tareas de cuidados en el debate político, la reflexión académica y la agenda sindical y social
Por María José Chaves Groh * Consultora del Observatorio de la RED de Trabajadoras de la Educación: Sumemos Igualdad
Por Alejandra Paniagua Bonilla * Consultora del Observatorio de la RED de Trabajadoras de la Educación: Sumemos Igualdad
Desde la década de 1960, pero, sobre todo, desde la década de 1990, se han gestado diferentes esfuerzos académicos y políticos para conceptualizar y debatir sobre los cuidados y cómo estas tareas se delegan de forma natural y unilateral sobre los tiempos y las vidas de las mujeres.
Amaia Pérez, economista feminista, define los cuidados como “todas aquellas cosas imprescindibles para que la vida funcione en el día a día. Son, por decirlo de alguna manera, el proceso de reconstrucción cotidiana, siempre inacabado, del bienestar físico y emocional de las personas” (15 de diciembre de 2020, párr. 3 ). “La idea de cuidados se vincula al trabajo doméstico y trabajo reproductivo” (14 de abril de 2022, párr. 3).
Posicionar el concepto de los cuidados en la reflexión académica, en el debate político y en el accionar de los movimientos sociales ha generado profundos debates y rupturas, pues, con esto, se ha problematizado el desarrollo, interpelado los modelos económicos que pretenden cuantificar la generación y producción de la riqueza y abierto nuevos debates sobre el impacto que los cuidados tienen en el tiempo de las mujeres, con lo cual se visibiliza lo coloquialmente conocido como la doble jornada1.
Un debate que se pudo enfocar en la redistribución de las tareas domésticas a lo interno de las familias, es decir, en el ámbito privado; llevó a una discusión política sobre el sistema económico capitalista
En este contexto, resulta pertinente traer a la conversación aquel lema histórico del feminismo “lo personal es político”. Así, un debate que se pudo enfocar en la redistribución de las tareas domésticas a lo interno de las familias, es decir, en el ámbito privado; llevó a una discusión política sobre el sistema económico capitalista construido sobre la base del homo economicus, o trabajador ideal, como lo llama Corina Rodríguez, entendido como un trabajador “que se ocupa a tiempo completo, e incluso trabaja horas extra, y que destina muy poco tiempo a las tareas de mantenimiento físico del hogar y cuidado de las personas dependientes” (2007, p. 231).
La economía capitalista, además de construirse sobre el “trabajador ideal”, coloca en el centro de su accionar al mercado, con lo cual, todo aquello que no genere riqueza, que no se monetice y que no sea rentable carece de valor económico y, por lo tanto, valor social. Frente a esta premisa, discutir sobre los cuidados se hace impostergable, porque ese trabajador ideal requiere de cuidados para su reproducción vital, por eso, Amaia Pérez Orozco afirma que los cuidados son “la cara B del sistema”.
A partir de lo anterior, es posible afirmar que la reflexión sobre los cuidados interpela directamente al sistema, al reivindicar que no debe ser el mercado, sino la sostenibilidad de la vida, es decir, los cuidados, el eje estructurador del modelo económico, político y social; por lo tanto, posicionar los cuidados supone repensar las formas de organización social dentro y fuera de los hogares, pero también las formas de organización política y sus objetivos.
“En esta Cosa Escandalosa (es decir, en el capitalismo heteropatriarcal neocolonialista y ecocida), los cuidados son invisibles porque, si los vemos, empezamos a hacernos preguntas que son muy incómodas: ¿por qué el cuidado de la vida en común no es prioridad?, ¿por qué tenemos una economía que, en lugar de sostener la vida, la ataca?” (Pérez-Orozco, 14 de abril de 2022, párr. 5).
En este debate teórico y político, también se ha discutido quienes son “el sujeto cuidado” y aquí las economistas feministas llamaron rápidamente la atención para visibilizar que, si bien existen poblaciones en necesidad de asistencia para satisfacer necesidades básicas que les permitan vivir y tener bienestar, como la niñez, las personas con determinadas enfermedades o condiciones de discapacidad; no podemos perder de vista que todas las personas —en tanto personas, no solo como trabajadoras y trabajadores— requerimos cuidados, por lo tanto, todas las personas tenemos derecho a los cuidados.
Ahora bien, la incursión y permanencia de las mujeres en el mundo del trabajo — remunerado— de manera masiva, ha puesto en tensión las tareas de cuidados histórica y socialmente asignadas, con sus responsabilidades laborales; lo cual crea las condiciones para la denominada “crisis de los cuidados”. Sin embargo, la estructura de la organización social de los cuidados se ha —mal— adaptado a esta dinámica al escindir las tareas entre la gestión y la ejecución. Mantiene en las mujeres —de la familia— la gestión, es decir, en la planificación y organización (decidir cuándo se lava, qué se cocina, entre otras acciones) y delega en otras mujeres (la abuela, la hija mayor, la trabajadora doméstica) la ejecución.
Se hace impostergable que el Estado, la empresa privada y los hombres asuman compromisos desde un enfoque de corresponsabilidad social de los cuidados
Estos arreglos siempre temporales e inciertos funcionan mientras la mujer a la cual se delega la tarea pueda asumir, por ejemplo, mientras la abuela no esté muy mayor o no afecte su salud, o mientras se pueda remunerar a la trabajadora doméstica. Pero, además de inestables, estos arreglos han demostrado ser insuficientes para responder a las demandas de cuidados, con lo cual se hace impostergable que el Estado, la empresa privada y los hombres asuman compromisos desde un enfoque de corresponsabilidad social de los cuidados, para superar la lógica unilateral que hasta ahora ha dispuesto del tiempo, el esfuerzo y los cuerpos de las mujeres, como si se tratara de recursos inagotables de los que puede disponer a libre demanda la economía de mercado.
Los trabajos de cuidados: la disyuntiva de educar mientras se cuida
En una investigación reciente, el equipo de investigadoras de CEFEMINA identificó la profundización de la crisis de cuidados para las docentes de ocho países de América Latina durante la pandemia. En este contexto —como una consecuencia de las medidas ciegas al género adoptadas por la mayoría de los Estados latinoamericanos— las educadoras debieron atender las demandas del proceso educativo en condiciones precarias y sin apoyos estatales. Asimismo, simultáneamente, ellas cuidaron de sus propios hijos e hijas, así como de familiares dependientes y/o enfermos.
Para las educadoras, la referida profundización de la crisis de los cuidados tiene un impacto diferenciado de el del resto de trabajadoras y trabajadores del sector público por varias razones. En primera instancia, es un gremio con un nivel muy elevado de feminización; tanto los datos oficiales como las líneas de investigación coinciden en que este gremio constituye una importante fuente de empleo para las mujeres.
Las educadoras, tanto por sus características sociodemográficas como de género, tienen responsabilidades familiares y por tanto de cuidados (Rodríguez y Marzonetto, 2015; Esquivel y Pereira, 2017). En nuestra región, esto tiene repercusiones especiales, pues la tendencia en la organización social de los cuidados es la de colocar el peso de estos en las familias y/o en los mercados. La participación de los Estados tiende a ser subsidiaria, pues, en mayor o menor grado, estos intervienen para atender aquello que el mercado y las familias no pueden resolver por su cuenta (Batthyáni, 2015).
Durante la pandemia, el papel de las educadoras como proveedoras de cuidados se puso de manifiesto con mucha claridad, cuando debieron no solo atender sus responsabilidades familiares, sino maniobrar para dar asistencia a sus estudiantes
En segundo lugar, en la estructura formal del empleo, estas profesionales ejercen una ocupación de cuidados (Rodríguez y Marzonetto, 2015; Esquivel y Pereira, 2017). Esas ocupaciones se caracterizan por expresar fuertes connotaciones de género, pues demandan actitudes maternas a sus trabajadoras. Con la salvedad de que dichas actitudes se desvalorizan cuando se asumen como parte de la naturaleza de las mujeres (Rodríguez y Marzonetto 2015; Esquivel y Pereira, 2017). De este modo, se articula la estructura formal del empleo con los roles de género (Arteaga, 2021).
Durante la pandemia, el papel de las educadoras como proveedoras de cuidados se puso de manifiesto con mucha claridad, cuando debieron no solo atender sus responsabilidades familiares, sino maniobrar para dar asistencia a sus estudiantes. Ellas subsanaron injustamente la falta de apoyo estatal con su tiempo e ingresos (CEFEMINA y IEAL, 2021).
Sin embargo, la demanda de cuidar del estudiantado no inicia o acaba con la pandemia. En términos de la forma como se organizan socialmente los cuidados en nuestra región, las instituciones públicas (y, dentro de estas, principalmente las y los profesionales de la salud y la educación) participan —junto con las familias, las comunidades y el mercado— de la provisión de cuidados. La incorporación de las niñas y los niños en los centros educativos es una de las estrategias utilizadas por las familias para resolver la conciliación entre la vida laboral y la vida familiar (Faur, 2017). Por ello, aún sin ser el foco de su trabajo cotidiano, las educadoras acaban por “asumir funciones propias de las familias (…) que podrían ser consideradas como de asistencia” (Faur, 2017, p.90).
La pandemia enseñó que, cuando la responsabilidad del Estado se atenúa, la carga de cuidados de las educadoras aumenta. Por ejemplo, tras la pandemia, en muchos países han sido las educadoras las responsables de dar garantía de los protocolos de bioseguridad, asimismo, ante desastres socioambientales, son ellas quienes acondicionan las aulas u otros espacios para impartir lecciones presenciales y/o brindan apoyos al estudiantado.
El reto de las organizaciones magisteriales es cuidar de quienes cuidan en sus casas y en las aulas
Esta demanda corre el peligro de tornarse cada vez más fuerte y recurrente debido al contexto de reformas neoliberales en el campo de la educación y el deterioro paulatino de la educación. En este escenario adverso, la organización gremial es central. Al respecto, las investigaciones revelan que, en el campo de las profesiones de cuidados, el gremio de la educación es el que mejores condiciones laborales posee; justamente por su capacidad histórica para organizarse a través de sindicatos (Esquivel y Pereyra, 2017) y para negociar colectivamente.
En este punto, el reto de las organizaciones magisteriales es el de integrar en su agenda de lucha acciones para enfrentar el impacto diferenciado para las mujeres del ejercicio de una ocupación de cuidados. En otras palabras, cuidar de quienes cuidan en sus casas y en las aulas.
* María José Chaves Groh. Socióloga de formación y feminista. Se desempeña como docente en la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica. También es activista e investigadora en el Centro Feminista de Información y Acción (CEFEMINA). Correo electrónico: [email protected] / San José, Costa Rica.
* Alejandra Paniagua Bonilla. Trabajadora Social de formación y feminista. Colabora como docente e investigadora en la Carrera de Trabajo Social de la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica y la Cátedra de Trabajo Social de la Universidad Estatal a Distancia. Correo electrónico: [email protected]. San José, Costa Rica.
¹ Este término se utiliza para hacer referencia a la multiplicidad de responsabilidades que deben atender las mujeres en el ámbito laboral y doméstico.
Lea y descargue la Revista RED Vol. 9 2023 en este enlace o a continuación.
Referencias
Arteaga, Catalina., Andrade, Valentina., Jiménez, Ariel y Fuentes Javiera (2021). Tácticas y estrategias de mujeres trabajadoras del sector servicios en Chile frente al conflicto: Participación sindical, empleo y cuidados. REVISTA CUHSO, 31(1), pp. 144-175. https://doi.org/10.7770/cuhso-v31n1-art2296
Batthyány, Karina. (2015). Las políticas y el cuidado en América Latina: Una mirada a las experiencias regionales. Cepal, Serie asuntos de género N.124. Las políticas y el cuidado en América Latina: una mirada a las experiencias regionales | Publicación | Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal.org)
CEFEMINA y IEAL. (2021) ¿Quién paga los platos rotos?: pérdida de los derechos laborales y profundización de la crisis de cuidados para los docentes de ocho países de América Latina durante la pandemia. Editorial Internacional de la Educación para América Latina. https://www.ei-ie-al.org/recursos/quien-paga-los-platos-rotos
Esquivel, Valeria y Pereira, Francisca. (2017). Las condiciones laborales de las y los trabajadores del cuidado en Argentina. Reflexiones en base al análisis de tres ocupaciones seleccionadas. En Trabajo y Sociedad n° 28. Recuperado de Las condiciones laborales de las y los trabajadores del cuidado en Argentina: Reflexiones en base al análisis de tres ocupaciones seleccionadas (scielo.org.ar).
Faur, Eleonor. (2017). ¿Cuidar o educar? Hacia una pedagogía del cuidado. En Encrucijadas entre cuidar y educar. Debates y experiencias. (pp.87-114)
Pérez-Orozco, Amaia. (15 de diciembre de 2020) ¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidados? El Laboratorio Filosófico sobre la pandemia y el antropoceno. https://redfilosofia.es/laboratorio/2020/12/15/de-que-hablamos-cuando-h…;
Pérez-Orozco, Amaia. (14 de abril de 2022) ¿Cuidados? Una palabra en disputa política. CAPIRE. https://capiremov.org/es/analisis/cuidados-una-palabra-en-disputa-politica/
Rodríguez-Enríquez, Corina. (2007) Economía del cuidado, equidad de género y nuevo orden económico internacional. En Del Sur hacia el Norte: Economía política del orden económico internacional emergente. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/sur-sur/20100705083822/22RodriguezE.pdf
Rodríguez, Corina y Marzonetto Gabriela. (2015). El trabajo de cuidado remunerado: Estudio de las condiciones de empleo en la educación básica y en el trabajo en casas particulares. En Documentos de Trabajo Políticas públicas y derecho al cuidado. Recuperado de El trabajo de cuidado remunerado: Estudio de las condiciones de empleo en la educación básica y en el trabajo en casas particulares (conicet.gov.ar).